Habitar la frontera desde la territorialidad: muestras de cine comunitario en Oberá en Cortos

El martes 7, alumnos de la Escuela Comunitaria de Cine del Oeste de Montevideo participaron del programa Cine Comunitario Entre Fronteras, una iniciativa que reúne tres propuestas de exhibición de distintos países. La función incluyó cortometrajes de los programas “Atravesar el río”, de Paraguay, y “Cine Joven Comunitario Misiones”, y se destacó por la proyección de seis obras uruguayas: Encanto del arroyoLa mujer de la torreAunque esté llena de aireMonte vi deuNi azul ni rosado Hasta que se rompa. “Uruguay, es un país en el que, en el cine, al menos, las historias siempre las cuentan unos pocos, que tienen las posibilidades de hacerlo. La escuela nace un poco en respuesta a eso, y por eso también es de cine comunitario”, explicó luego de la función uno de los jóvenes realizadores.

Las películas llevan la impronta de un trabajo hecho con esfuerzo y amor por el cine, donde la falta de recursos se compensa con ingenio y compromiso. Al verlas, se percibe la frescura de las manos jóvenes que hay detrás de ellas. Los cortos retratan paisajes rurales y urbanos del oeste uruguayo, y narran pequeñas historias de vida en esas comunidades.  “Estamos muy agradecidos por poder estar acá, sentimos que el festival está muy alineado con el concepto de cine comunitario que tenemos en la escuela”, dice uno de los estudiantes antes de apuntar que “comúnmente no se considera el periferio como lugar apto para hacer cine”.

La escasez de financiación no impidió a las producciones realizar apuestas fuertes, como la de Ni azul ni rosado, que logra con acierto un híbrido entre animación y acción real, o la de Hasta que se rompa, que se anima a un plano secuencia para ejercer una crítica contundente al machismo de la sociedad. “Cuando hay la oportunidad, los recursos y los medios para expresarse artísticamente, contás historias de esas cosas: lo que te preocupa, lo que sentiste, la injusticia, la memoria, tu barrio, tu abuela, el contexto o de la violencia. Hay un montón de jóvenes que no tienen oportunidad de desarrollar una carrera de formación en artes con el cine. En cuanto la tenés y tenés los recursos, te expresás”, explica Daniel Fernández, coordinador de Oeste Audiovisual, el programa de políticas públicas ligadas a lo audiovisual del que la Escuela Comunitaria de Cine del Oeste forma parte. Fernández, oriundo de Montevideo, es también jurado en la sección Cortometrajes universitarios entre fronteras del OEC.

Fernández es director de arte y trabaja en el sector audiovisual desde hace más de 30 años. “Hace unos años, empecé a jugar en el cine pero en otra cancha, con ideas de llevar el cine comunitario, de hacer un proyecto de desarrollo de política pública”, explica. Los otros componentes de Oeste Audiovisual consisten en un programa de formación gratuita de nivel terciario “donde la oferta cultural y formativa era escasa o nula”, un sistema de circulación de cine en territorio y una línea de fomento para la producción de películas. “Nos va bien con eso. Traemos cine nacional, uruguayo, latinoamericano y estrenos. Hacemos circular cine, mostramos cine y enseñamos a mostrar cine, y facilitamos con el municipio a que vengan más rodajes porque desestigmatiza un territorio empobrecido en la periferia de Montevideo”, desarrolla Fernández.

El cineasta cuenta que el viaje de los alumnos a la ciudad de Oberá “es increíble para los muchachos, las gurisas, los gurises. Hay una gurisa que jamás había salido de Montevideo y este es su primer viaje. Son gurises de 20 años. Vinimos en Buquebus y por tierra. Es alucinante poder compartir lo que hacemos, y compartir generacionalmente con otros gurises y otras gurisas de otros lados, otras escuelas y otras universidades. Hay que construir capital cultural y capital social. La clase media y la clase alta, y los ricos tienen su capital, para ir a los términos de Bourdieu. Bueno, nosotros podemos construir nuestro capital social, que tiene que ver con la identidad, la memoria, el trabajo colectivo y la comunidad”.

La accesibilidad como lenguaje

Por otra parte, esta edición del festival contará con la presencia de Rodrigo Couto, referente uruguayo de la comunidad sorda y prolífico creador y divulgador de herramientas tecnológicas para fomentar la inclusión, la autonomía y la equidad. El diseñador audiovisual especialista en accesibilidad y tecnología dictará un taller a lo largo de tres jornadas titulado Cine Sordo. La actividad, una de las más importantes del festival, está orientada a personas sordas interesadas en el aprendizaje del proceso de realización audiovisual, desde la grabación hasta el montaje final, e incluirá prácticas con cámaras y teléfonos celulares.

Además, el viernes 10, Couto ofrecerá la charla Accesibilidad audiovisual: entre la práctica artística y el derecho cultural. La cita, a las 15 hs, será parte del ciclo de Charlas Técnicas que ofrece el festival de manera gratuita y sin inscripción previa, que versará sobre cómo la accesibilidad puede integrarse a los procesos creativos y de circulación de contenido, garantizando igualdad de acceso a la cultura. “El objetivo de esta charla es que puedan aprender no sólo qué es la accesibilidad, sino qué es la accesibilidad más el arte, que es una experiencia mucho más completa para poder ilustrar. Para nosotros, la audiodescripción convierte la imagen en palabras para que todos puedan imaginar la historia, y el intérprete no es un agregado: es parte de la obra”, anticipa Couto. “Accesibilidad de calidad es igual a cultura para todos. Hablar de arte sin accesibilidad es hablar de una cultura incompleta. La accesibilidad no es un adorno: es la clave para comprender todo el contenido”, agrega.

Desde el cine comunitario a la accesibilidad audiovisual, esta edición del 22 Festival Internacional Oberá en Cortos reafirma su compromiso con el cine de la región como herramienta de encuentro y transformación.